domingo, 26 de enero de 2014

Thousand Years | Louis Tomlinson



La imagen de aquel horizonte era realmente hermosa, me hipnotizaba y atrapaba, haciéndome sentir como si flotara en una nube. Sentía como el viento azotaba mi melena castaña y cada vez que habría los ojos, el aire me hacía arder y cerrarlos de vuelta. Las mariposas de mi estómago no cesaban, y no en el buen sentido, era miedo, pero a la vez adrenalina.

Desde aquí arriba podía ver como la gente iba de un lado a otro, como los coches se paraban ante los semáforos o como los niños jugaban en el parque, aunque la vista era distorsionada y la altura muy elevada. Estaba a punto de entrar en un ataque de nervios, lo único que pedía, era que ahora mismo me salieran unas alas y así no seguir callendo.

No se como he llegado a esta situación, simplemente me ví callendo en picado desde las nubes y aquí estoy, no estoy segura de lo que puede llegar a pasar, ya que como bien he dicho, no entiendo ni como he llegado hasta aquí, pero intento no temerme lo peor.

***

Mis ojos se abren de golpe y mi respiración va a mil, como si me hubieran quitado el aire y devuelto al instante.

El pelo cae por los lados de mi cara en vertical y los brazos están pegados a la pared, al igual que mis piernas. Miro hacia los lados para intentar asimilar el lugar en el que estoy, pero... los, los muebles están al revés, las mesas y sillas están tiradas y las fotos rotas. Pero aún así, ante tanta confusión, sigue habiendo el mismo viento que antes, lo que me deja con la duda, ya que no hay ventana.

Intento autoconvencerme de que esto no es real, de que los muebles no están al revés, sino que soy yo la que cuelga del techo, pero esto es completamente imposible, esto no está sucediendo, tiene que ser producto de mi imaginación.

Un agujero se habre en mitad de la sala, echando a perder el silencio que había. Comienza a absorver todos los muebles y la siguiente soy yo, intento agarrarme a cualquier cosa, pero es inútil, es muy fuerte y finalmente caigo en la trampa.

***

Siento una presión en mi frente y como una gota de agua helada recorre mi rostro de arriba a abajo haciéndome temblar. Abro los ojos lentamente y la luz entra de lleno en ellos. Cuando mi vista está bien enfocada, distingo unos ojos azules que me observan fijamente.

- Al fin despiertas. -Dice con una sonrisa- ¿No has pasado frío? 

Frunzo en ceño ante tal frase, me habla como si me conociera, pero claramente no se quién es. Ojos azules, pelo castaño, no, jamás lo había visto. Pero, ¿quién se cree? "Al fin despiertas" le hago burla en mi mente. "¿No has pasado frío?" a duras penas consigo recordar lo que pasó anoche, pero viendo a mi alrededor, no estoy en mi casa. Dios, no me digas que... no. Doy fé de que no pasó nada de lo que me pueda arrepentir. Además, este no es un lugar donde uno pueda vivir; una cabaña de madera media destrozada, que por pura suerte se mantiene en pie, no hay puerta y tampoco ventana. ¿Pero qué estaba pensando al meterme aquí dentro? Este lugar es minúsculo.

- Oh, lo siento. -Interrumpe mis pensamientos y yo vuelvo mi vista hacia el- Soy Alexander, ¿y tú?

Bien, ahora es cuando queda completamente confirmado que anoche no pasó nada con el. Pero entonces, ¿qué paso? estoy completamente confusa.